
Vuelvo sobre esta página nueva para seguir contándoles sobre nuestro maravilloso viaje a Italia. Y esta vez, quiero hablarles de una visita especial que hicimos, sobre todo por un restaurante que mi amiga Pau —sí, la misma que me mostró las termas de Saturnia— nos recomendó, en un pueblito llamado Pitigliano, otro punto mágico de la Toscana.




Aunque llegamos de noche, porque la idea era venir a cenar, el pueblo me sorprendió desde el primer momento en que lo vi a lo lejos, mientras llegábamos por la carretera. Su estilo medieval parecía sacado de un cuento.

Pitigliano está ubicado en Grosseto, al sur de la región, y es famoso por su impresionante ubicación sobre un acantilado de roca volcánica. Tiene más de 2.000 años de historia, que dejó su huella en iglesias, murallas y palacios.
Un dato curioso es que este pueblo es conocido como «la pequeña Jerusalén», un apodo que se ganó por la presencia histórica de una comunidad judía que convivió en armonía con la cristiana desde el siglo XVI. «Todavía se pueden visitar la sinagoga, el antiguo barrio judío y otros espacios como la panadería kosher o los baños rituales, todos tallados en la roca. Incluso durante la Segunda Guerra Mundial, muchos habitantes ayudaron a proteger a sus vecinos judíos, dejando una huella de solidaridad y respeto que se siente hasta hoy.»


Sin embargo, lo que hizo verdaderamente memorable nuestra visita no fue su apodo, sino la experiencia gastronómica en Dalla Pepita, un pequeño restaurante atendido con calidez por sus dueños. Pepita es la dueña de la magia en la cocina, y su esposo está a cargo del servicio. En la cocina, un joven cocinero acompañaba a Pepita y era el único del lugar que hablaba inglés, así que salió a explicarnos algunas cosas que no nos quedaban del todo claras.

Como todavía no entendíamos muy bien como funcionaban los menús italianos, pedimos salumi e formaggi: una entrada de fiambres y quesos, deliciosa. También venía con una mermelada (creo que era de higo), miel y pan. Yo pedí una copa de vino tinto riquísimo: Sassotondo Ciliegiolo DOC. Definitivamente, este siempre será mi maridaje perfecto.


Luego vinieron las pastas… ¡mis primeras pastas italianas!, y no podrían haber sido mejores. Probé pappardelle al ragù bianco di cinghiale. Para decirlo en otros términos (quizás un poco mas ignorantes), son una pasta más ancha que los spaghetti, con una salsa parecida a la boloñesa. Ustedes me dirán si es lo mismo o no.


También pedimos pici al pecorino con guanciale. Los pici son un tipo de espagueti típico de esta región y se hacen a mano. La cremosidad del queso y el sabor profundo del guanciale se complementaban perfecto. Aunque tienen un sabor fuerte, estaban deliciosos. Sin embargo… me quedo con los pappardelle.

De postre compartimos un tiramisú. No tengo una medida para decir si fue “el mejor” ni forma de compararlo con otros, pero lo cierto es que estaba muy rico.



Nuestra cena estuvo deliciosísima y el precio estuvo bien. Para que se den una idea: el total fue de 53 euros, incluyendo dos aguas, una copa de vino y el servicio de mesa.

Ah, y acá hago una pausa para contarles que, en un momento me metí en la cocina para tomarle una foto a la gran cocinera, junto con su ayudante. Me sorprendió la buena energía y esas sonrisas genuinas que transmitían una alegría real de alimentar con amor a los turistas y comensales.

Sin duda, este lugar me lo llevo a un rincón de mi memoria. No olvidaré mis primeras pastas en Italia, en ese pueblito que, aunque conocí de noche, frío y solitario, me dejó una lucecita prendida en el corazón.
Gracias por llegar hasta acá. ¡Nos vemos en la próxima :)!
📍 Dalla Pepita
⭐️ 4.6 en Google
📍 Via Roma, 28, 58017 Pitigliano GR, Italia
📞 +39 0564 614022
🔗 Instagram @dallapepita