Dejemos de ser
un rato
nosotras.
Volvamos a ese lugar
en el que no nos queríamos
no conocíamos los reflejos
de la luz que producimos
ni los rastros de oscuridad
que nos habitan.
Volvamos a separarnos
sulfatemos las espinas
esas, con las que
nos rasgamos las heridas.
Miremonos de afuera
cómo quien observa
pensando
cómo se separan las almas.