Hedonismo y escritura

Día de la papa frita y porque muchas historias no son tantas

Día de la papa frita

Hoy es el día de la papa frita y me parece valioso mencionar todos los momentos felices, situaciones memorables, y recetas -por supuesto- donde la papa es protagonista.

Estoy pensando de qué manera empezar a desplegar las ideas que tengo en mente y la primera que aparece es un poema que escribió Neruda dedicado a la papa. Recordemos que el poeta chileno es un referente de la oda en latinoamérica. O sino, busca en Google: Oda a las cosas, Oda a la cebolla, Oda a la alegría, Oda al vino… y qué hermoso encontrarse con todo esto.

Me gustaría hacer una breve-segunda introducción porque, para los que no saben, dentro los cultivos más importantes del mundo se encuentra este tubérculo conocido también por su importante contenido alimenticio. La papa es originaria de América del Sur; en el aimara, el verbo amqay significa “recoger”. ¿Y si les cuento que nos parecemos a la papa? alrededor del 80% de su interior es agua. 

Fue conocida por los españoles en el siglo XVI y comenzó a ser trasladada a Europa. Algo curioso es que, más que un alimento, lo consideraban una planta por sus flores. Pero a partir del siglo XVII, la papa se empezó a cultivar en cantidades impresionantes para atenuar los efectos de la hambruna en la guerra. En países como Francia decidieron llamarla “manzana de la tierra” o “pomme de terre” por la similitud en su forma y textura.

Antoine Parmentier, prisionero de guerra en Rusia, luchó incansablemente por defender este producto como un alimento que podía ser consumido. Mientras el rey Luis XIV y su esposa María Antonieta usaban flores de papa como adorno, Parmentier consiguió que Thomas Jefferson, embajador de Estados Unidos en Francia, conociera las papas a la francesa y las llevara de regreso a América. De hecho, varios platos en la gastronomía usan su apellido, como por ejemplo “Hachis parmentier”. Yo lo veo muy similar al pastel de papa, ¿ustedes qué opinan?

“Pocos ingredientes hay más humildes, versátiles y honestos en nuestra cocina. Es barata, es agradecida y a pocos paladares disgusta. Sea cocida, frita, asada; como guarnición o como protagonista; o sea de entrante, de primero, de segundo o incluso como postre, la patata es un tesoro gastronómico al que no valoramos en su justa medida (…) Quién nos iba a decir que, de forma casi insospechada, habría un tesoro gastronómico que podría tener un valor en nuestra cocina superior al del oro o la plata”, escribe @jaimedlasheras en Directo al Paladar.

En mi vida: la tortilla de papa de La Cava de Jufré

Buenos Aires ardía en un verano que me trae muchos recuerdos, pero tengo prohibido mencionarlos en esta historia. Hacía calor y yo buscaba trabajo. A una cuadra de mi casa, sobre la calle Jufré, en una esquina, se encontraba una cava homónima. Caminaba todos los días por ahí, hasta que un día entré y encontré a Lito sentado al fondo, con su brazo acodado sobre un sillón donde se podía observar la panorámica de la calle en ese hermoso barrio que es Villa Crespo. 

Debo reconocer que algunos detalles no los recuerdo bien -en este caso sí valdría la pena remarcarlos-, por lo que probablemente existan algunas variaciones. Por suerte no soy mentirosa, pero sí tengo la imperiosa necesidad de contarlo todo. 

Lito estaba recostado en el sillón, a su lado derecho reposaba la guitarra, su fiel compañera, y entré yo saludando, con esa energía de toro que, enfurecida, busca atención.

Hola, ¿cómo estás? Mira, estoy buscando trabajo, soy cocinera le dije. 

Me respondió con un “no”, así que insistí: 

Y como camarera, ¿no necesitas? 

Me volvió a contestar con un “no”, pero –hola sorpresa-, lo que vino a continuación: 

Mirá, la chica que me hace las tortillas se va del país. Si vos querés traeme una prueba y vemos, si está buena probamos. concluyó Lito.

Me fui a mi casa, compré papa, cebolla, ajo, huevos, aceite, secreto, sal y pimienta. Digo secreto porque quiero que me leas todo para que te ganes el toque especial de mi tortilla. Te lo cuento en los #tipscometeelcuento.

Y como yo no escatimo, ni con las palabras, ni con la comida, ni con la vida… no le hice una pequeña, del tamaño que me pidió. Le hice una gigante. Sinceramente no recuerdo todavía cómo hice para darle vuelta a eso. 

Cuando se la llevé ya era de noche, la cava tenía otros colores, otros aromas, otra energía. Ya no era un museo de vinos solitario con un señor mirando al infinito desde la quietud de un sillón. Llegué en medio de la noche, con música y personas conversando, comiendo y bebiendo (¡bendito sea el vino!).

Lito estaba sentado en la barra con un amigo, llegué con mi sonrisa y una sartén gigante. 

¡Hola, lo prometido es deuda! le dije

Lito me miró sorprendido, se retiró con la sartén e hizo lo correspondiente: trajo una porción y la compartió con su amigo. Me gustó su expresión. Me gustó el gesto que hizo cuando probó el primer bocado. Pero también me gustó la expresión de su amigo. Gané.

Y así comenzó un voleo diario de tortillas que, con Luisina, mi amiga y compañera de casa, nos enfrentamos. Básicamente nuestra casa estaba adornada de bultos de papa, de cebolla y pilas de maples de huevo. Comimos hasta el cansancio, pero pagamos el alquiler.

En la cocina: Jimena y las famosas Poutine

Después de Luisina, recuerdo que en 2012 aparecieron otras cinco personas mágicas. La primera es Jimena, una amiga de esas que le deseas a todo el mundo. Alborotada, porteña, risueña y un ejemplo fiel a la empatía. Con Jimena tengo la suerte de compartir cualquier tipo de intereses, desde la cocina, el arte, el cine, la literatura, la comida…Sí, la comida. Jime cocina y es grande, grande como para escribirle siempre: porque es de esas personas que inspiran. Tooodo lo anterior, solo para contarles que la siguiente es una receta que nos invita a preparar en casa. No seas rebelde, #quedateencasa y si es con #cometeelcuento, pues mejor.

Foto: poutineology

Poutine: papas fritas con queso y salsa de carne es el significado que se le dio a este plato tradicional de la gastronomía canadiense desde 1978. Está elaborado, literalmente, con papas fritas, queso fresco —generalmente cheddar— y salsa de carne.

Ingredientes:

3 papas grandes

50 g de queso cremoso (el llanero asimila mucho al cheddar blanco que lleva la receta original y es fácil de conseguir)

3 cdas de harina

3 cdas de manteca 

1 1/2 taza caldo de pollo o carne

1 cdtas de salsa inglesa 

Elaboración:

*Cortar las papas en bastones, reservar en agua.

*Con la manteca y la harina elaborar una «pastita» a fuego lento y revolver el fondo de la olla hasta que la pasta tome color dorado. 

*Agregar el caldo, la sal, la pimienta, una gota de salsa inglesa y una cucharada de salsa demi-glace (se vende en el super) siempre ayuda. 

*Revolver con cuchara de madera y revisar el sabor hasta que llegue a una salsa un poco más homogénea y cremosa. 

*En aceite caliente freír las papas hasta que estén doradas, escurrir. 

*Bañar con la gravy y desgranar a mano sobre el plato el queso para que caiga en trozos. 

¿Te faltaron recetas?

Seguramente después de leer este artículo colmado de papa, huevo, salsas, arte y amor, te haya quedado una sensación parecida a la de… ¿el amor en primavera? ¡Qué cursilería, por Dios!
Por eso te queremos compartir 39 recetas con papa para cocinar a tu antojo, de Directo al Paladar.

Otros datos curiosos

En el arte, Vincent van Gogh

Los campesinos comiendo patatas, Los comedores de papa o, en neerlandés Aardappeleters, es un cuadro creado en 1885 por Vincent van Gogh. 

Puré para la guerra

Durante la Segunda Guerra Mundial las tropas se alimentaron a base de papa deshidratada, alimento influyente de la época precolombina conocido como Chuño (en Quechua, ch’uñu) . Actualmente el puré de papa es un gran plato que sirve como acompañante en infinidad de versiones en todo el mundo y ¡qué delicia!

El tubérculo espacial

Un experimento de la NASA envió un microcultivo de papas al espacio. Fue el primer cultivo de la historia que creció con éxito fuera de la tierra. ¿Es esto verdad?

#tipcometeelcuento 1: Para unas buenas papas fritas, le preguntamos a nuestro amigo cocinero Nicolás Papazian cuál era el secreto y nos contó: 

“Un consejo tiene que ver con la variedad de papa: en Argentina consigues la spunta y la innovator. Te doy dos tips: 

  1. Una vez cortadas, dejalas en agua fría para quitar el almidón 
  2. Doble fritura SIEMPRE, una primera a 120°C-140°C y la segunda a 160°C-175°C

#tipcometeelcuento 2: Para las Pautine, Jime nos dice que el tip puede ser el grillado de los huesos del tuetano para añadir a la base de la gravy.

#tipcometeelcuento 3: Para la tortilla de papa, el secreto -para mí- es ponerle azúcar a la cebolla, pero al estilo mariana, o sea, bien exagerado.

Si quedaste con hambre, te invitamos a seguir leyendo nuestro artículo El mundo girando al disco de las mejores empanadas fritas de Buenos Aires



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